"Pan, agua e Internet"

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho"

Los microgéneros son construcciones literarias que se distinguen por la brevedad de su contenido. La brevedad aparece como una forma de comunicación que puede tener una potencia narrativa suficiente como para transmitir un mensaje e involucrar al lector.
“La hiperbrevedad es el lugar donde el minimalismo autoral deja la mayor libertad al lector, lo abandona en la ambigüedad, lo hace responsable de la elección entre las sugerencias del doble sentido.” Así el usuario, posee la libertad de fragmentar los contenidos y consumirlos a su gusto.
Los microgéneros fueron ganando terreno en la web, así se fueron expandiendo por todas partes ya que no había un soporte que fuera tan compatible con las estructuras narrativas que poseen los microgéneros. En este sentido, se fueron ajustando a la lectura y a la escritura digital. “Internet, multimediatiza la satisfacción cuando lo desea el usuario. Lo multimedial reanima el relato cuando la tensión parece decaer.  Los microgéneros se renuevan al ritmo de una sociedad 2.0.”
La hiperbrevedad trajo aparejada algunas consecuencias como la pérdida de los CDs. Los artistas  piensan los álbumes como obras de arte íntegras, en su totalidad. Son ideadas como un conjunto, y nosotros los usuarios, las fragmentamos en pequeñas unidades acordes a nuestro alcance.



La falta de credibilidad en los medios de comunicación, llevó a los usuarios a buscar nuevas respuestas a sus preguntas en la web. De esta manera, a la hora de elegir un producto no esperan la recomendación de los expertos, sino que se vuelcan a la opinión de otros usuarios; así eligen foros o sitios como Mercado Libre y DeRemate.com. 
        “Saben que la calificación del crítico es atravesada técnica y profesionalmente. Ambos aspectos, economía (precio) y cultura (tiempo de consumo) se asocian para imponer nuevas unidades de intercambio.” Las producciones son realizadas acorde a las preferencias y la disponibilidad de tiempo con la que cuentan los sujetos.  “Las unidades de consumo se han fragmentado en unidades de menor valor, para el usuario que busca intervenciones acordes a su gusto y al uso del tiempo de su vida cotidiana.”





       
Twitter emblema del microblogging
Se produce un paralelismo entre la vida cotidiana y la conexión permanente. Así, se dan intersecciones entre mensajería instantánea, redes sociales y el microblogging. El resultado es un texto muy breve de no más de 140 caracteres, compartidos con la comunidad virtual y con otros miembros.



                La vida de los sujetos está atravesada constantemente por formas de comunicación más breves e inmediatas. El empleo de la conectividad bluetooth a través de un teléfono celular, que permite realizar varias funciones, empleando al mismo tiempo las facilidades del propio aparato.


                Podrían elaborarse diferentes planteos ideológicos acerca de las consecuencias de la hiperbrevedad. Quizás tenga que ver con la sensación de la humanidad vive apurada, y eso no es de extrañar. Los términos del mercado evolucionan constantemente con un ritmo imposible de detener, las acciones fluctúan y pareciera que todos estamos inmersos en la vorágine de la inmediatez.
               
                Las prácticas comerciales y culturales cambian, ya no confiamos en el señor que nos vende los productos en las tiendad de electrodomésticos. Siempre supimos que los vendedores no tenían un doctorado en ingeniería electrónica, pero por algún motivo antes considerábamos más su opinión de "éste es el mejor equipo de música del mercado, y casualmente lo ofrecemos en un plan de financiación de 18 cuotas sin interés".
               Quizás lo que nos proporciona la web 2.0 es el fin de la tiranía del vendedor de Red Megatone, ahora tenemos la posibilidad de leer las opiniones de miles de usuarios acerca de un producto antes de comprarlo. Podemos ver videos de su funcionamiento, ver calificaciones, acceder al manual de usuario, ver tutoriales para aprender a usarlo, todo de antemano. Pensándolo bien, es lógico que confiemos más en 1000 desconocidos que en una sola persona, igualmente desconocida.
                Esperar diez canciones antes de la que queremos escuchar parece demasiado. ¿Quién no recuerda rebobinar con impaciencia un cassette buscando a ciegas la pista que buscaba? Si sabemos que no queremos la obra completa, ¿qué daño causamos al buscar en internet la fracción de moda?
                 Sin ahondar en el conflicto de la obsesión por la inmediatez (que podía rozar con la problemática de los accidentes de tránsito, piénsese en la sensación de no tolerar más estar atrás del camión que transporta vacas en la ruta, la necesidad de pasarlo aunque no se vea quién viene de frente), no se nos debe escapar todo aquello que perdemos al vivir tan apurados. Pero aunque seamos melancólicos empedernidos, aunque extrañemos los libritos de los CDs (con el valor incalculable de todas las letras de las canciones, antes de que existiera Google para conseguirlas) y aunque extrañemos la sensación de libertad al salir de casa sin celular al sabernos inlocalizables, no podemos movernos en dirección contraria al mundo. O tal vez podamos, pero también así nos perderemos de algo.
               
                Esencialmente, al aceptar la tecnología renunciamos a un mundo más simple. La promesa, sin embargo, era la de simplificar la vida, pero para lograrlo la complejizamos en otros aspectos. Para solucionar pequeños percances cotidianos, generamos otros, como "¿dónde dejé el cargador de mi celular?" o "¿por qué esta porquería de router WiFi no anda bien?". Debemos ser conscientes de que la tecnología, a cada necesidad que satisface, genera otra. Quizás al resultarnos útil, nosotros somos también útiles a ella.

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